A fojas cero y a poco poco de empezar el Todo Poético Tres o Tercer Certamen Top como gusten llamarlo, acá me alojo.
Me gustaría compartir algunas consideraciones antes de comenzar a escribir sobre el tema que me convoca y estoy segura habrá de convocarlos porque estímulos no les faltarán.
Nunca hice un blog y me parece muy irregular esta escritura a la inversa más emparentada quizá con los sistemas árabe o semítico o incluso con los iconográficos orientales en donde se escribe de arriba para abajo que con la nuestra alfabética. Es incluso más allegada a la escritura bustrofédica, en donde en cada línea la escritura cambia de dirección que con las antedichas, porque la lógica interna del blog debería asegurarnos que escribimos de abajo para arriba y que cada línea superior es posterior a la que precede en el espacio, aunque no en el tiempo, pero sucede que existen universos (las frases, párrafos o textos) en donde se conserva la preeminencia de nuestra escritura hasta tanto se haga de una sola vez y como entrada simple y luego de esto se conseguirá romper esa lógica con el próximo bloque o entrada original que estará delante de nuestra vista para asegurarnos la frescura del mensaje.
Este modelo a su vez me permite reflexionar sobre la preeminencia de la actualidad sobre el origen y desde siempre lo consideré un pariente cercano al diario íntimo, al menos en sus comienzos cuando los blogs no eran soportes de webzines y tribunas de los asuntos más variopintados, con una diferencia radical: es una anotación diaria o delimitada por los días y mes calendario absolutamente pública. La intimidad se hizo cosa pública. Res pública. Una confederación de blogs (¿cómo llamarle en nuestra lengua? Anotador tal vez, diario, periódico, publicación, castellanizarlo como "blogo")
Este modelo de lo más inflexible en donde lo último aparece primero, el sistema de archivados es automatizado y predeterminado y la única opción disponible a la personalización es el manejo del lenguaje jeroglífico de las marcas de hipertexto es muy condicionante. La personalización, por otro lado, es el opio de los cibernautas.
Aún así cuenta con innegables beneficios en la indexación, la inclusión en buscadores y anillos, el costo, la facilitación de recursos y enlaces sin contar con la ventaja de la inmediata aceptación apriorística y familiarización visual que asegura un coeficiente nada despreciable al momento de conectar con los internautas del ciberespacio y con los específicos con los que contará este espacio: los dueños y acrecedores del verso.
Es muy bueno y aleccionador que haya espacio público y de fácil acceso para la retroalimentación de los contenidos y es una agradable sorpresa contar con millones de bites sin publicidad agobiante.
A falta de texto canónico sobre este tema de muy reciente formación, las agregaciones se cuentan en proporciones geométricas hasta tanto y bien decaiga el interés o una opción superadora mande al archivo a todo el conjunto de la escritura en blog. Este anotador también podrá ser objeto de múltiples modificaciones y enfoques bien vaya insertándome en el medio.
Me gustaría compartir algunas consideraciones antes de comenzar a escribir sobre el tema que me convoca y estoy segura habrá de convocarlos porque estímulos no les faltarán.
Nunca hice un blog y me parece muy irregular esta escritura a la inversa más emparentada quizá con los sistemas árabe o semítico o incluso con los iconográficos orientales en donde se escribe de arriba para abajo que con la nuestra alfabética. Es incluso más allegada a la escritura bustrofédica, en donde en cada línea la escritura cambia de dirección que con las antedichas, porque la lógica interna del blog debería asegurarnos que escribimos de abajo para arriba y que cada línea superior es posterior a la que precede en el espacio, aunque no en el tiempo, pero sucede que existen universos (las frases, párrafos o textos) en donde se conserva la preeminencia de nuestra escritura hasta tanto se haga de una sola vez y como entrada simple y luego de esto se conseguirá romper esa lógica con el próximo bloque o entrada original que estará delante de nuestra vista para asegurarnos la frescura del mensaje.
Este modelo a su vez me permite reflexionar sobre la preeminencia de la actualidad sobre el origen y desde siempre lo consideré un pariente cercano al diario íntimo, al menos en sus comienzos cuando los blogs no eran soportes de webzines y tribunas de los asuntos más variopintados, con una diferencia radical: es una anotación diaria o delimitada por los días y mes calendario absolutamente pública. La intimidad se hizo cosa pública. Res pública. Una confederación de blogs (¿cómo llamarle en nuestra lengua? Anotador tal vez, diario, periódico, publicación, castellanizarlo como "blogo")
Este modelo de lo más inflexible en donde lo último aparece primero, el sistema de archivados es automatizado y predeterminado y la única opción disponible a la personalización es el manejo del lenguaje jeroglífico de las marcas de hipertexto es muy condicionante. La personalización, por otro lado, es el opio de los cibernautas.
Aún así cuenta con innegables beneficios en la indexación, la inclusión en buscadores y anillos, el costo, la facilitación de recursos y enlaces sin contar con la ventaja de la inmediata aceptación apriorística y familiarización visual que asegura un coeficiente nada despreciable al momento de conectar con los internautas del ciberespacio y con los específicos con los que contará este espacio: los dueños y acrecedores del verso.
Es muy bueno y aleccionador que haya espacio público y de fácil acceso para la retroalimentación de los contenidos y es una agradable sorpresa contar con millones de bites sin publicidad agobiante.
A falta de texto canónico sobre este tema de muy reciente formación, las agregaciones se cuentan en proporciones geométricas hasta tanto y bien decaiga el interés o una opción superadora mande al archivo a todo el conjunto de la escritura en blog. Este anotador también podrá ser objeto de múltiples modificaciones y enfoques bien vaya insertándome en el medio.
En fin, lo que quedará para el final, aunque sea del inicio: ¡blogger soy! Acá me bautizo.